Hoy toca el turno de hablar de otro artista mundialmente reconocido: el artista urbano irredento y tocapelotas conocido como Banksy.
Poco se puede decir a estas alturas de este hombre que no se haya dicho ya. Es un graffitero trotamundos con coartada política, que desde finales del siglo pasado viene llenando las paredes de todas las grandes capitales de pintadas y stencils perfectamente reconocibles e imitados hasta la saciedad, abundando principalmente en figurones de políticos haciendo el mal, niños desfavorecidos del Tercer Mundo trasteando con marcas comerciales del Primero, clásicas escenas de guerra transformadas en iconos pop surreales de alto impacto visual (su impactante imagen de la niña desnuda rescatada de una masacre en Vietnam, sustituyendo a los recios marines por sendos Mickey Mouse y Ronald McDonald fue de las primeras que enloquecieron a los aficionados) y, en general, un juego surrealista y crítico con el Sistema que toma las calles, en forma de guerrilla artística.
Uno de los grandes atractivos de Banksy era su misteriosa identidad. Su trabajo hasta hace pocos meses era un irreverente escupitajo clandestino contra los poderosos, los ricos y los que manejan el tinglado en general, y todos nos imaginábamos a Banksy como un sufrido aventurero que evitaba a la policía de todos los rincones del mundo, les ponía a prueba y mancillaba las paredes de los lugares más sagrados con sus tropelías anti-sistema; como una especie de Fantômas pinturero. Sin embargo, en estos últimos tiempos Banksy fue desenmascarado, y aunque sigue ocultando su identidad y su apariencia al gran público, ha concedido entrevistas, se ha sabido que procede de la alta sociedad de Bristol (dato éste que ha puesto en alerta a los anticapitalistas más ortodoxos, que ya no saben si venerarlo tanto o no), se deja contratar al mejor postor y se dedica a menudo a montar exposiciones e incluso le han dejado pasearse a sus anchas por el MoMA y organizar una acción de "terrorismo artístico" de chicha y nabo, lo que le ha granjeado no pocas respuestas airadas de sus colegas, graffiteros furtivos de pro.
Entre su numerosa obra encontramos al Bart Simpson de arriba, que decora la pared de una casita abandonada de New Orleans, el Krusty de aquí abajo...
...o esta bonita escena (que ya no graffiti) de la policía escoltando a la enorme rosquilla glaseada de Springfield.
Otra imagen hermosa, con Pequeño Ayudante paseado por un artista callejero, supuestamente el propio Banksy:
Esta otra se atribuye también a Banksy, aunque igual que la de Krusty ni el estilo ni el mensaje son los habituales:
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